domingo, 7 de junio de 2009

Voto Blanco

A menos de un mes de que se efectúen las elecciones intermedias, hoy reaparece un fantasma recurrente de las jornadas electorales: el abstencionismo.
En estas últimas fechas apareció un movimiento que comienza a producir escozor en la clase política de nuestro país, el llamado a votar en blanco la próxima elección. Hoy partidos, institutos electorales y algunos gobiernos osan por criticar este llamado de organizaciones civiles que ya se practicaba pero nunca de manera conjunta ni organizada, los niveles de abstencionismo son alarmantes y una realidad pero solamente se criticaba la eficiencia del IFE porque los ciudadanos acudan a votar.
Hoy la realidad es otra, no se esta discutiendo si no hay una eficiencia en la relación del gasto desproporcionado en cada elección, como se regula este, como sobreviven partidos parásitos de las aportaciones presupuestales y de las migajas que le dejan las coaliciones, hoy el reclamo es diferente, el llamado a desalentar de manera ordenada a dejar tu boleta en blanco o votar por nadie es una respuesta al hartazgo de la ciudadanía a la clase política que no ha sabido resolver los problemas que heredaron y los propios.
Los mexicanos nos ofende que se politice todo, que los alcaldes detenidos tienen sesgo partidista pero olvidan el problema de la narcopolitica, el PRI habla de su operación FCH1 pero no dicen cuanto no hacen en la Cámara para aumentar en investigación y desarrollo, el gobierno federal se queja de los problemas que dejaron las administraciones pasadas pero no han sabido resolveros ni como ajustarlos a su empolvado y guardado programa 2030.
Cuantas personas estarán renunciando su derecho no a votar, ni a dañar a la democracia como pelean los cúpulas de poder, sino porque no se le ha dado el valor real del voto ciudadano, el que le cumplan, y no promesas de campañas sino sus verdaderas necesidades de una educación y servicios de salud de calidad, seguridad pública y económica, vivienda y un pleno desarrollo. El incumplimiento de este trato es una forma de decirle a la sociedad que su voto no cuenta, solo para ejercer y cobrar en el cargo para el que fueron escogidos perpetuándose en el poder de forma caciquil.
El derecho a votar es algo que jamás debería venderse, intercambiarse, cederse, subastarse o anularse pero los políticos han generado el desencanto de las virtudes democráticas. Para un ciudadano tiene poco que perder anulando su voto y todavía menos que ganar si lo ejerciera informada y decididamente.
El mandato constitucional de sufragio efectivo se pone en tela de juicio cuando el abstencionismo y la anulación de votos eliminan la legitimidad y representación de los que “ganen” la próxima elección.

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