miércoles, 20 de enero de 2010

Candil de la Calle

A una semana del terremoto de Haití que trajo como resultado la tragedia de un país completo, damnificando a cientos de miles de personas y una rápida respuesta de la ciudadanía para apoyar en muestras de solidaridad en tiempos difíciles.
Por tierra, aire y mar se esta canalizando la ayuda humanitaria enviada por ONG’s, gobiernos, empresas y la sociedad civil destinadas a aquellas personas que han perdido sus hogares.
Se debe calificar como positiva la respuesta de la comunidad internacional en el caso de este desastre marcando un parte aguas cuando sucedan en el futuro alguna otra eventualidad, así como se critico la respuesta del Presidente Bush sobre la devastación por Katrina, el sismo en la isla pone un paréntesis sobre como se debe atender un desastre, la rapidez es uno de los elementos más destacados, así como deja mucho a desear la organización.
México no se quedo atrás al momento de enviar ayuda, autoridades de diferentes niveles de gobierno cooperaron con su granito de arroz, con una reacción sorprendente también hicieron llegar comida, medicinas y personal.
Pero pareciera que cuando se trata del exterior es cuando quedamos bien, es decepcionante que esa capacidad no se aplica a la política social, esta no es encaminada adecuadamente, sobre todo con la gente que menos tiene.
Se sabe de muchos programas sociales o agrícolas que tienen retrasos en la entrega de sus apoyos, otros que ni siquiera llegan a la gente que lo necesita, así como programas que no ayudan a disminuir la pobreza y al contrario acentúan más el número de pobres en el país y que ponen en situación vulnerable de caer en esta a otros millones de mexicanos más.

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