domingo, 2 de mayo de 2010

Poco que Festejar

Sin desfile, sin grandes festejos, en plena recesión económica, altos niveles desempleo y poco crecimiento del salario, son los reflejos que los trabajadores mexicanos viven en este año.
Como termómetro de la situación laboral que se vive en el país, el pasado primero de mayo fue ejemplo de la disparidad que se vive en cuestiones de trabajo entre los sectores público y privado.
Los trabajadores del sector público, aquellos de tan poco agrado tienen entre la población en general porque son los únicos que tienen su plaza asegurada sin importar el desempeño de las administraciones, por la poca eficiencia en la prestación de servicios, son aquellos quienes menos se han visto afectados por los problemas de la crisis económica. Protegidos del corporativismo y beneficiados por los intereses insaciables de sus sindicatos, son un lastre para el desarrollo de oportunidades para el Estado. El devorar en su mayoría los presupuestos de sectores claves como son el Salud y Educación, son sus presumibles conquistas, logradas en base a la extorsión política y compra de caprichos a favor de los lideres sindicales. Actualmente las corporaciones obreras, campesinas y sindicales tienen un amplio control de algunas de las funciones económicas y sociales de nuestro país.
Por el otro lado, vivimos en una economía ineficiente y actores económicos que luchan para conservar la protección del estado en un mundo globalizado y con amplia competencia en el mercado. Son algunos de los factores que impiden progresar como país y que hoy cobran factura a los trabajadores mexicanos.
La fuga o eliminación de empleos y la desmejora salarios, son amenazas reales en el país, que afectan severamente los ingresos y capacidad de consumo de la población. Si bien gran parte de la responsabilidad de enfrentar los desafíos del mercado es de las empresas, también la parte que corresponde al gobierno en base a sus políticas públicas ha fallado.
Los programas educativos para la formación laboral, ni siquiera están ligados o desconoce la capacidad instalada en el sector productivo del país, limitando la posibilidad de los trabajadores de redefinir sus capacidades conforme va cambiando la tecnología y conforme se ubica a un nuevo puesto de trabajo. Lo que la gente aprende en la escuela, queda obsoleto, desde cualquier punto de vista empresarial, los programas educativos están diseñados de tal manera que se cree que el sector laboral nunca cambiará. Al desconocer donde desempeñaran sus trabajadores, la formación se reduce a que una persona este capacitada para recibir instrucciones y ejecutar órdenes.
Así se pueden encontrar infinidad de ejemplos como es la parte de infraestructura, seguridad, transporte público o programas de reactivación económica.
Como conclusión, podemos decir que se ha perdido la capacidad social de hacer pasarelas entre el trabajo y las políticas públicas.

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